miércoles, 27 de abril de 2016

¿Qué entendemos por Educación para el Desarrollo?



     En 1974, por primera vez, un organismo internacional como la Unesco instó a los Estados y al conjunto de organizaciones que ejercen una actividad educativa entre los jóvenes y los adultos —movimientos de estudiantes y de jóvenes, asociaciones de padres, sindicatos docentes— a considerar la educación como un medio para contribuir a solucionar “los problemas fundamentales que condicionan la supervivencia y el bienestar de la humanidad —desigualdad, injusticia, relaciones internacionales basadas en el uso de la fuerza— y hacia medidas de cooperación internacional que puedan facilitar su solución” (Unesco, 1974:53, 153).

     La educación, sin duda, brinda oportunidades a aquellos que nacen sin tenerlas, pero cuando abordamos el concepto de Educación para el Desarrollo  (ED) nos referimos a una actuación educativa, que puede tener lugar en distintos espacios (formal, no formal o informal) y que acontece entre los colectivos: personas y/o grupos que han tenido la suerte de tenermás opciones para realizarse en la vida que la mayoría de la humanidad. Habitualmente, estos colectivos se encuentran ubicados en países con un mayor nivel de desarrollo.
 
     A lo largo de los años se han ido determinando algunos rasgos que definen la ED (Boni, 2005):

     Es una educación global que, desde una perspectiva interdisciplinar, intenta relacionar lo local con lo global resaltando el carácter interdependiente de ambas dimensiones. Es una educación que insiste en las interconexiones entre pasado, presente y futuro. Se pretende, así, aumentar el conocimiento sobre la realidad del Sur y la realidad del Norte, facilitando el que las personas puedan conocer las fuerzas económicas, sociales y políticas que explican y provocan la existencia de la pobreza, la desigualdad, la opresión y condicionan nuestras vidas como individuos pertenecientes a cualquier cultura del  planeta. De esta manera, se promueve la comprensión global, la formación de la persona, y el  compromiso en la acción participativa (pensar globalmente, actuar localmente). Es una educación permanente (Delors, 1997).



     Es una educación integral, que forma en conocimientos, habilidades, valores y actitudes. Sus prácticas pedagógicas son participativas y experienciales, promueven la adquisición  socioconstructivista de un conocimiento significativo, fomentan habilidades cooperativas y promueven prácticas verdaderamente democráticas. Es una educación que conduce a la ciudadanía políticamente alerta en lo local y en lo global. 

     Es una educación basada en mostrar los problemas y sus causas, pues expone los intereses,  contradicciones y conflictos de los discursos económicos, sociales, científicos, políticos, culturales y éticos relacionados con el desarrollo y busca el  compromiso y la acción para favorecer el desarrollo humano sostenible desde la dimensión individual, local e internacional.

     Es una educación en valores, que toma los valores morales presentes en la Declaración Universal de los Derechos Humanos como horizonte axiológico. Está basada en la razón dialógica, el respeto y la aceptación de la  diferencia y el principio de alteridad. Mediante este proceso educativo se desarrollan valores, actitudes y destrezas que incrementan la autoestima de las personas, y las capacita para ser más responsables de sus actos; favorece la creación de una ciudadanía éticamente solidaria, consciente de que sus decisiones afectan a sus propias vidas y también a las de los demás.

Extraido y adaptado de:
www.aecid.es/Centro-Documentacion/Documentos/Planificaci%C3%B3n%20estrat%C3%A9gica%20por%20sectores/estrategia_educacion_desarr.pdf 

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